Qué es un resfriado
Congestión nasal, secreción, estornudos, fiebre ocasional, dolor de cabeza y tos: todos son síntomas de lo que llamamos “resfriado”. ¿Se puede afrontar con remedios caseros, cómo recuperarse rápido y cómo prevenirlo en el futuro? Aquí están las respuestas.
“Resfriado” es el nombre común de varios cuadros relativamente leves de las vías respiratorias superiores (nariz, nasofaringe y garganta). Lo asociamos al enfriamiento porque el riesgo aumenta en la estación fría. Sin embargo, el frío solo actúa como desencadenante que debilita la inmunidad local y permite que la enfermedad se desarrolle. Los verdaderos causantes son los virus y las bacterias patógenas.
Existen más de 200 virus capaces de provocar resfriado. Los rinovirus —más de un centenar de tipos— son los principales responsables en adultos. “Rinovirus” significa literalmente “virus de las cavidades nasales”.
El nombre médico depende de la causa:
- 
ARVI (infección respiratoria aguda viral) cuando el origen es un virus.
 - 
ARD (enfermedad respiratoria aguda) cuando hay infección bacteriana o el agente no se identifica.
 
También existe la infección por herpesvirus, que causa “calenturas” en los labios, pero sus signos no coinciden con los del resfriado común.
Un resfriado también puede deberse a la combinación de virus y bacterias, cuando una infección viral facilita la proliferación de bacterias oportunistas que normalmente habitan la mucosa.
¿Por qué los resfriados son más frecuentes en invierno? Por el espasmo vascular debido al frío y la peor perfusión, las células inmunitarias no llegan bien a la mucosa —donde siempre hay microbios oportunistas y por donde primero entran los virus—. Así la microflora patógena se multiplica y aparece la enfermedad. Además, en invierno estamos más debilitados (menos sol y vitaminas) y pasamos más tiempo en interiores, compartiendo virus y bacterias.
Síntomas del resfriado
Los primeros signos son ojos enrojecidos, dolor de garganta, estornudos y rinitis. Después pueden aparecer dolor de cabeza, obstrucción nasal, escalofríos, fiebre, mialgias y malestar general durante 2 a 7 días. A veces hay una tos aguda intermitente y benigna que suele desaparecer en 10–14 días.
Los síntomas suelen comenzar 2 días tras el contagio e incluyen:
- 
cosquilleo y dolor de garganta, voz ronca;
 - 
congestión, estornudos, moqueo, lagrimeo.
 
Más adelante pueden sumarse:
- 
fiebre y escalofríos;
 - 
pérdida de apetito;
 - 
dolor de cabeza;
 - 
ganglios aumentados;
 - 
tos;
 - 
debilidad general;
 - 
dolor en músculos y articulaciones;
 - 
insomnio o, al contrario, somnolencia;
 - 
signos leves de malestar digestivo.
 
No es necesario presentar todos los síntomas. Cuando el origen es bacteriano, la enfermedad suele ser más lenta y puede cursar con 37 °C. Puede aparecer una placa en la mucosa cuyo color y consistencia dependen del agente; la secreción nasal se vuelve espesa; la tos puede producir esputo viscoso.
La inflamación bacteriana también puede afectar otros órganos al diseminarse por la sangre: corazón, articulaciones, riñones, etc., a veces con síntomas locales poco llamativos.
Cómo acelerar la recuperación
Aunque existe el chiste de que “si tratas el resfriado dura 7 días y si no lo tratas, una semana”, no conviene descuidarlo: puede complicarse con sinusitis o neumonía.
Para la ARVI, lo mejor es combinar terapia antiviral y sintomática: reducir la intoxicación, disminuir el edema de la mucosa oral y nasal, aliviar la tos y bajar la fiebre alta. En la ARD, se indica terapia antiinflamatoria y, cuando corresponde, antibióticos.
Bebe muchos líquidos. Incluso un resfriado leve implica toxinas generadas en la lucha contra virus y bacterias; los líquidos ayudan a eliminarlas. Objetivo: al menos 2 litros/día. Agua tibia, té con limón y miel, infusiones de tilo, manzanilla, saúco, tomillo, orégano. Las bebidas de frutos rojos y el escaramujo aportan vitamina C, bioflavonoides y antioxidantes. Evita bebidas ácidas si te duele la garganta, así como café y refrescos azucarados.
Aliméntate de forma adecuada. La falta de apetito es normal; el cuerpo prioriza combatir la infección. Con ARVI/ARD vale la regla: menos es más. Incluso puedes saltarte comidas. Evita platos grasos y pesados; prefiere cereales, frutas, verduras y hojas verdes; reduce dulces y harinas refinadas. El caldo de pollo aporta zinc, apoya la inmunidad y puede acelerar la mejoría.
Duerme lo suficiente. El descanso es esencial. Durante el sueño se produce hormona del crecimiento, necesaria para síntesis proteica y función muscular, y se aceleran los procesos de reparación. Ventila la habitación, elimina ruidos y luces, y desconecta el móvil y el ordenador antes de dormir.
Haz gárgaras. Método sencillo y eficaz para reforzar la inmunidad local y evitar que la infección progrese. Solución básica: agua tibia con sal marina. En farmacia: clorhexidina, tinturas alcohólicas de hierbas, peróxido de hidrógeno, furacilina. Empieza al primer malestar de garganta/nasofaringe para reducir edema, dolor e inflamación.
Lava la nariz con suero salino. Al inicio puede neutralizar la infección o atenuarla. La solución arrastra moco con virus, bacterias, alérgenos y polvo; reduce edema e inflamación y tonifica los capilares. Usa una pera de goma o frasco especial: 1 cucharadita de sal marina por vaso de agua tibia. Inclínate sobre el lavabo, contén la respiración, vierte suavemente por una fosa nasal para que salga por la otra; repite al lado contrario. Deja drenar y suénate con cuidado. Alternativa: sprays y gotas de agua de mar ya preparados.
Usa un humidificador. El aire seco favorece a los virus. La mucosa nasal sana es húmeda y protectora; el aire demasiado seco la agrieta y debilita. En temporada de calefacción el aire se seca; el humidificador ayuda. Se ha estimado que una hora de humidificación en un aula puede reducir alrededor de 30 % los virus en el aire.
Inhalaciones de vapor. Útiles para tos, rinitis, congestión y sequedad nasal. Emplea dispositivos específicos: inhaladores de vapor o nebulizadores. Se desaconseja el método de la “olla” por el riesgo de quemaduras y mal control de temperatura. Inhalaciones con aceites esenciales (eucalipto, árbol de té, enebro, clavo), solución de propóleo o decocciones de hierbas pueden aliviar la obstrucción.
Antitérmicos. No bajes la fiebre por debajo de 38 °C si la toleras; la fiebre ayuda a combatir patógenos. Pero por encima de 38,5 °C aumenta la carga cardíaca y el riesgo de convulsiones, fallo circulatorio, confusión o edema cerebral. Para fiebre alta, puedes usar paracetamol o aspirina (siguiendo dosis y contraindicaciones).
Qué no funciona
Rejilla de yodo en espalda/pecho: mínima acción “calentadora”, pero exceso de yodo absorbido puede causar hipertiroidismo.
Antibióticos: no actúan contra virus. Automedicarse es peligroso (alergias, disbiosis, toxicidad renal) y la resistencia bacteriana puede inutilizarlos. Solo el médico debe indicarlos y por el tiempo adecuado.
Vodka con pimienta: ineficaz y peligroso. El alcohol es tóxico y debilita las defensas, empeorando la evolución.
Prevención — cómo evitar resfriados
- 
Evita el enfriamiento; vístete acorde al clima.
 - 
Mantén los pies secos; los pies fríos pueden desencadenar inflamación nasal por reflejo.
 - 
Lávate las manos con jabón con más frecuencia. En 67 ensayos clínicos aleatorizados se demostró eficacia. Los geles alcohólicos ayudan cuando no hay agua/jabón, pero no abuses.
 - 
Evita el contacto estrecho con enfermos; en picos estacionales, evita aglomeraciones; si es necesario, usa mascarilla y mantén 1 metro de distancia de quien estornuda.
 - 
No te toques ojos, nariz y boca con las manos sucias. Cubre boca y nariz al toser/estornudar con pañuelos desechables y tíralos; si no tienes, usa el codo doblado.
 - 
Ventila los ambientes con regularidad. En invierno, 3–4 veces al día por 15–20 minutos. Aire limpio y húmedo = mucosa nasal saludable.
 - 
Estilo de vida saludable: dieta equilibrada rica en vitaminas, actividad física, evitar hábitos nocivos y buen sueño fortalecen la inmunidad.
 - 
Usa menos dinero en efectivo. Según la OMS, los virus pueden permanecer en billetes hasta 4 días.
 - 
Si alguien en casa está enfermo, aísla, refuerza la higiene y asigna vajilla propia, etc.
 
Cuándo consultar al médico
Un resfriado leve no requiere consulta obligatoria, y las salas de espera pueden aumentar la exposición. Consulta si el cuadro es agresivo, si se añade infección bacteriana peligrosa o si podrían existir enfermedades serias con síntomas similares. El tratamiento oportuno reduce complicaciones.
Acude al médico si:
- 
rinitis intensa y congestión duran ≥10 días;
 - 
fiebre alta (≥39 °C) junto con rinitis persiste 3–4 días sin mejoría;
 - 
la tos dura >10 días;
 - 
hay fiebre alta y dificultad respiratoria;
 - 
duele el pecho al toser;
 - 
hay expectoración con sangre;
 - 
estás inmunodeprimido o en quimioterapia.
 
En caso de evolución prolongada con pus en los senos paranasales, puede requerirse otorrinolaringólogo; para una tos persistente, neumólogo.